Omar, Agustín e Ignacio Magnetto: “Somos un equipo en donde cada uno cumple su rol igual de importante”
La experiencia de una relación entre padre e hijos con varias facetas, donde disfrutan y comparten su vocación por la oftalmología.
Omar, Agustín e Ignacio Magnetto
Omar Magnetto es un gran oftalmólogo reconocido en la ciudad y en la región por sus 30 años de trayectoria. Hoy, sus dos hijos Agustín e Ignacio, siguieron su legado y ejercen la misma profesión.
Con tan solo 23 años, Omar se recibió en el año 1985 como médico en la Universidad Nacional de Córdoba. Ingresó en la clínica de ojos del doctor Nano, había una sola sede en San Miguel y después los momentos de la vida y de incertidumbre económica en el país, lo llevaron cerca de su nido familiar, ya que es oriundo de Leones pero se considera marcosjuarense.
Señaló que no encuentra un motivo en particular del por qué eligió la carrera, al igual que sus hijos. “Son cosas que se dan en la vida. Me preguntan por qué elegí medicina y no tengo la respuesta clara. Fui a una secundaria de perito mercantil y estudié medicina no sé bien por qué. Cuando cursé oftalmología en quinto año me gustó y no tengo una razón más profunda”.
“Con Silvia formamos una familia con dos hijos, tratando de no inculcarlos, ellos eligieron ser médicos y oftalmólogos. Están en una etapa muy avanzada de su formación, y son una alegría y orgullo para mi”.
“En los primeros 10 o 15 años de estar acá trabajaba de lunes a lunes, operaba los sábados y controlaba los domingos. Con esfuerzo, austeridad y un poco de convicción, pude hacer lo que hoy es el Centro de la Visión. Somos un grupo de personas donde procuramos ejercer la oftalmología y hacerlo de una manera más acorde posible a verlo a los tiempos que corren, que son demandantes”.
Su legado
Por su parte, Agustín se recibió de médico en el 2016 en la Universidad Abierta Interamericana, donde Ignacio también egresó en el 2019. Ambos eligieron el mismo camino de su mentor, su padre.
Ignacio expresó sobre su elección: “De mi parte no sé la respuesta certera del por qué. Cuando terminé la secundaria me tomé un año para viajar y estudiar inglés, volví y me dediqué a la medicina. En un principio supe que quería dedicarme a eso y a la oftalmología”.
“Nano” resaltó una imagen anecdótica de él, su hermano y su padre en el consultorio. “No es que siempre estábamos en el consultorio, sino que fue una atención que la fui tomando a lo largo de los años y que por suerte descubrí a la especialidad y me fue gustando mucho más cuando la empecé a hacer, que la decisión que tenía previa. La realidad es que cada año que lo iba haciendo me iba entusiasmando”.
“Tino” replicó las palabras de su hermano. “Mi vida en Marcos Juárez con mi familia y mis amigos transcurrió un montón, me fui en el 2009 estudié medicina en Rosario y en 2016 decidí venirme a Buenos Aires a hacer oftalmología y hacer la residencia que son 3 y 4 años de formación en la especialidad. Tiene muchas subespecialidades y esa es la pasión por la cual hace dos años estoy dedicandome hacer retina”.
Disfrutar lo que uno hace a la par de su familia
“Estoy viviendo en Buenos Aires, disfrutando el laburo y tengo la oportunidad de compartirlo con mi viejo y con mi hermano. Si bien hablamos mucho de las cosas de la familia, también mucho de oftalmología en un grupo de WhatsApp donde compartimos casos. Uno manda mensajes no solo para mostrar lo que estaba viendo, sino también cuando se queman los papeles”.
“Cuando uno entra en un camino que empieza a tener ciertas experiencias y empieza acumularlas, es una especialidad que vas disfrutando el camino y después independientemente de lo que uno hace, tiene que ver sobre cómo uno lo hace y se lo toma. A medida que las cosas empiezan a suceder, se disfrutan”, explicó Agustín.
“Hay una anécdota que siempre contamos es cuando empecé a dudar. Me gustaba la música y mi viejo me agarró y me dijo que quería hacer. “Agarrá y averiguá dónde se puede aprender eso, no importa lo que hagas sino que lo hagas con ganas y convicción”. Después volví a la medicina”.
Por otra parte, Ignacio manifestó que en la profesión uno se conoce desde otra perspectiva. “Se tiene una relación siempre jugando el rol de padre e hijo pero en este caso se disfruta conocer otras facetas de tu viejo y hermano, ver cómo se manejan, cómo resuelven una situación”.
“La oftalmología es una especialidad que te atrapa, uno puede viajar cómodo de poder irse a otro lado y en la medicina es difícil porque uno tiene que revalidar título. Los tres somos cirujanos y uno pierde la práctica, si se va a vivir tres años pierde la mano. Lo lindo de haberlo elegido es compartirlo con ellos, sino sería el hijo que no entendería el mismo idioma en una conversación en la mesa”.
“Es lindo compartirlo, lo tomamos así, y también hay que hacer un encuentro generacional donde uno escuche la experiencia de una anterior y mi viejo tiene el oído abierto a que traigamos lo nuevo. Tratamos de buscar un buen equilibrio para poder compartirlo y desarrollar lo que cada uno hace”, relató Ignacio sobre el vínculo fusionado que mantienen entre lo afectivo y laboral.
“Nuestra madre siempre estuvo presente y a veces me río, pero ella es la que está por encima dándonos soporte y siempre tiene muy buenas ideas en lo oftalmológico y en lo que no. Tratamos de hacerlo como un equipo en donde cada uno cumple su rol igual de importante”.
Tus hijos no te escuchan, sino te miran
Omar sintió una alegría y gran orgullo al escuchar los relatos de sus hijos. “Son muy buenos profesionales pero lo que más me enorgullece es cuando los voy a visitar a su lugar de trabajo, son personas queridas los dos, los estiman mucho y eso es lo más importante. Después a lo que uno se dedica está condicionado por diferentes circunstancias en la vida. Que te digan que son de buena madera, es lo más importante”.
“En una cena multitudinaria, alguien me dijo que los hijos no te escuchan sino te miran y lo tomé como algo importante. Creo que es así porque la vida misma me lo ha demostrado. Uno ha tratado de ser justo para transmitirle esa idea, la idea del respeto a todas las personas. En el Centro de la Visión no soy yo y el resto, somos todos, cada uno cumple su rol, mueve un determinado engranaje y eso nos ha permitido en lo profesional desarrollarme. Quiero agradecer a los pacientes por su confianza; todo es un círculo virtuoso y no vicioso”.
“Siempre hemos consensuado las decisiones, siempre con Silvia hemos ido decidiendo juntos qué hacer. Estamos a 30 años de ejercer la profesión en Marcos Juárez, por ahí uno dice hasta cuando va a traer acá y estoy cómodo, estoy bien, Silvia me acompaña. Tengo muchas experiencias con los pacientes y amigos”.
Lo que hagas, hacerlo bien y respetando al otro
El profesional pudo apreciar todo lo que cosechó y sembró a lo largo de su vida. “Uno va analizando qué es mejor, qué perfil darle a nuestra actividad profesional; ella es farmacéutica pero hace mucho tiempo que dejó y pasó a ser la que me apoya en las decisiones y me ayudó siempre a mantener la armonía en la familia y en lo laboral. Tenemos amigos y hemos podido cultivar la amistad en Marcos Juárez. Le he tratado de dar lo mejor posible a Marcos Juárez y la región; tratando de alternar en el trabajo y cada tanto algún viaje, otra actividad que me guste y me apasione”.
“Es hacerlo bien y a conciencia. Soy hijo de una familia muy unida y también el legado nos dejó la imagen de ser una persona honesta y trabajadora junto a mi mamá y evidentemente eso se transmite y se toma. Hacer las cosas lo mejor posible, de la manera más humilde y ponerse en el sillón del frente”.
Por último, recalcó lo que le dijo a su hijo mayor, sobre hacer lo que quiera pero con dedicación, no importa qué se haga, sino bien y respetando al otro. “Cuando más practico, más suerte tengo y es así que a la suerte hay que ayudarla”.